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Cuando se habla del rendimiento de un vehículo blindado, es común centrarse en el peso adicional de la carrocería o en la potencia del motor. Pero hay otro factor clave, menos visible, que también influye: el sistema runflat que se instala dentro de las llantas.
Este sistema, diseñado para mantener la movilidad incluso si una llanta pierde aire por un disparo o una ponchadura, cumple una función crítica en la seguridad. Sin embargo, también modifica la forma en que el vehículo se comporta al acelerar, frenar o tomar curvas. No porque lo vuelva más lento, sino porque todo el sistema debe trabajar más para mantener el mismo nivel de respuesta.
¿Qué es un sistema runflat?
Un sistema runflat permite que el vehículo siga en movimiento, a velocidad reducida, incluso con una o más llantas sin presión. En vehículos blindados se utiliza principalmente el inserto interno, que puede sumar entre 5 y 8 kilogramos por rueda. Esta masa adicional tiene implicaciones físicas importantes, porque forma parte de una pieza que gira.

¿Por qué requiere más esfuerzo para acelerar?
Al acelerar, el motor no solo debe mover el vehículo hacia adelante, sino también vencer la resistencia que ofrecen las ruedas al girar, especialmente cuando llevan peso adicional como los sistemas runflat. Esta resistencia, conocida como inercia rotacional, aumenta cuando la masa está concentrada lejos del centro, lo que exige más energía para alcanzar la misma aceleración.
Al agregar un runflat, implica que el motor debe entregar más torque y más energía para lograr la misma aceleración angular.
Esto no significa que el vehículo acelere más lento automáticamente. Si el motor tiene potencia de sobra, la diferencia puede no sentirse. Pero en condiciones exigentes —con carga completa, en subidas, o con un tren motriz limitado— esa demanda adicional sí puede afectar el rendimiento general o incrementar el consumo de combustible.
¿Y qué pasa con los frenos y la suspensión?
Al igual que el motor necesita más energía para hacer girar las ruedas, los frenos necesitan más esfuerzo para detenerlas. Cuanta más energía rotacional tiene una rueda, más calor se genera al frenarla. Esto no implica que el vehículo frene peor, sino que:
- El sistema de frenos trabaja más para lograr el mismo efecto.
- Puede haber más desgaste en discos y balatas.
- En frenadas prolongadas o repetidas, hay mayor riesgo de fading (pérdida temporal de eficacia por sobrecalentamiento).
La suspensión también se ve afectada. El runflat agrega peso a una parte del vehículo que no está amortiguada, lo que se conoce como masa no suspendida. Esto hace que la suspensión:
- Reaccione con más dificultad a los baches e irregularidades.
- Sufra mayor desgaste.
- Tenga más dificultad para mantener la llanta en contacto firme con el suelo, lo que puede comprometer la tracción.

¿Puede afectar el control del vehículo?
Sí, pero no porque el runflat reduzca directamente la capacidad de adherencia, sino porque la respuesta dinámica se vuelve más lenta si el sistema no está bien calibrado.
En maniobras bruscas, como esquivar un obstáculo o tomar una curva cerrada, el vehículo debe redistribuir fuerzas entre aceleración, frenado y giro. Esta interacción se describe con el círculo de Kamm, que representa el límite máximo de adherencia de una llanta.
El runflat no reduce ese límite, pero sí hace más lenta la transición entre esas fuerzas. Es decir:
- La dirección puede responder con un pequeño retraso.
- El vehículo puede tardar más en estabilizarse después de una corrección brusca.
- En vehículos con centro de gravedad alto, esto puede aumentar el riesgo de pérdida de control si el conductor no anticipa correctamente el comportamiento.
Conclusión
El sistema runflat no hace que el vehículo sea más lento ni que frene peor por sí solo. Lo que realmente sucede es que todo el sistema mecánico trabaja más para lograr el mismo desempeño:
- El motor necesita entregar más torque y energía para alcanzar la misma aceleración.
- Los frenos deben esforzarse más para detener ruedas con mayor inercia, generando más calor y desgaste.
- La suspensión trabaja con mayor carga, lo que puede afectar la estabilidad y el control, especialmente en maniobras exigentes o terreno irregular.
Estas exigencias tienen consecuencias prácticas:
- Mayor desgaste en frenos, rines y componentes de suspensión.
- Reducción en la vida útil de ciertos sistemas mecánicos.
- Mayor frecuencia de mantenimiento preventivo.
- Necesidad de monitoreo constante del estado de llantas, frenos y amortiguadores.
También implica que el vehículo exige más atención por parte del conductor, especialmente si se usa en condiciones urbanas difíciles, bajo carga o durante maniobras evasivas. Por eso, además del diseño técnico, es fundamental que los operadores estén entrenados para anticipar reacciones del vehículo y adaptar su conducción a las nuevas condiciones físicas que impone el runflat.
La seguridad no se trata solo de resistir impactos, sino de entender cómo se transforma el comportamiento del vehículo y cómo actuar antes de que se cruce un límite.
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